Jacho posteo :
Articulo publicado en la revista Biorritmes. Núm. 12. Octubre 2006
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FIBROMIALGIA Y USO TERAPÉUTICO DE CANNABIS
En los últimos años se ha detectado un creciente interés científico en los
posibles usos terapéuticos del cannabis así como un incremento de la utilización de la
planta de cannabis en forma de automedicación por parte de muchos pacientes en
todo el mundo. Entre ellos, algunos afectados de fibromialgia en su inagotable
búsqueda de un analgésico eficaz, refirieron que tras experimentar con cannabis
obtuvieron una mejoría del dolor, del descanso nocturno y del cuadro clínico general.
En el estado español la fibromialgia representa el 8% de las patologías para las que se
utiliza el cannabis con fines terapéuticos.
Sin embargo, la planta de cannabis es una sustancia ilegal y no está disponible
en el arsenal terapéutico, a excepción de algunos preparados farmacéuticos
aprobados en otros países y para otras indicaciones, o disponibles en ensayos clínicos
de uso compasivo.
Cannabis
El término cannabis proviene del nombre de la planta Cannabis sativa, cuyo
conocimiento por las propiedades terapéuticas, efectos psicoactivos y usos
industriales se remonta a más de 4000 años de historia. Se conoce también por el
nombre de sus derivados más frecuentes: el hachís y la marihuana. Hasta principios
del siglo XX existían al menos 30 preparados farmacéuticos con cannabis disponibles
en la farmacopea de muchos países. Sin embargo la popularidad inicial comenzó a
decaer cuando se empezaron a desarrollar los medicamentos modernos más
selectivos para las indicaciones en las cuales se aplicaba el cannabis. Y, por otra
parte, en 1937 se aplicó en Estados Unidos un impuesto a la marihuana (Marihuana
Tax Act) mediante el cual se imponen fuertes impedimentos para que se continúe
utilizando. Más tarde, coincidiendo con el apogeo de su uso recreativo en los años 60
y una enorme presión política y social, se introdujo el cannabis en el Convenio de
Sustancias Psicotrópicas, considerándola como una sustancia con gran potencial de
abuso y nulo interés terapéutico, pasando desde entonces a ser ilegal.
A pesar de las enormes dificultades resultantes de su prohibición, el avance en
la investigación renovó recientemente el interés en las aplicaciones terapéuticas del
cannabis. En la planta de cannabis, además de muchas sustancias químicas
diferentes, se encuentran al menos 66 cannabinoides que son únicos de la especie.
Uno de ellos, el 9-tetrahidrocannabinol (THC), es el principal responsable de sus
efectos farmacológicos. El resto de cannabinoides presentes en la planta, como el
cannabidiol (CBD), cannabinol y 8-tetrahidrocannabinol, podrían interaccionar e influir
en el efecto final del THC.
Marco un hito el descubrimiento de los receptores cannabinoides en la década
de los 90, señalando que el THC actúa en un lugar específico y que existen sustancias
en nuestro organismo llamadas ligandos endógenos que se unen a estos mismos
receptores. Esto implica además que deben tener una función en nuestro organismo.
Los receptores cannabinoides, CB1 y CB2, están ampliamente distribuidos en el
organismo y son como se ha dicho a los que se une el THC para ejercer sus efectos.
Los ligandos endógenos (anandamida [que en sánscrito significa felicidad] y otros) y
los receptores cannabinoides constituyen el llamado ?sistema endocannabinoide?. Este
sistema parecería estar implicado en numerosísimas funciones fisiológicas, como el
control del movimiento, funciones cognitivas, respuesta al estrés, regulación del dolor,
del sistema inmunológico y regulación neuroendocrina, entre otras. Desde entonces
numerosos grupos de investigación en todo el mundo se dedican al estudio de este
sistema endocannabinoide y a su implicación tanto en la etiopatogenia como
tratamiento de diversas enfermedades.
Cannabis y dolor
La relación entre el uso de cannabis y el alivio del dolor aparece entre las
primeras descripciones históricas del uso de cannabis con fines médicos. Así parece
que se utilizó con éxito en casos de problemas reumáticos, el tétanos, el dolor
(especialmente la migraña y los calambres menstruales), el asma y, como
hipnótico/sedante, entre otras aplicaciones.
El efecto analgésico de los cannabinoides se conoce desde los primeros
estudios de investigación básica en animales. Hay pruebas suficientes que permiten
afirmar que los cannabinoides disminuyen el dolor, tanto en modelos animales de dolor
agudo como de dolor crónico, neuropático e inflamatorio.
Los datos anecdóticos de pacientes, recogidos a través de encuestas en
diferentes países, revelan que el cannabis es utilizado por un elevado porcentaje de
personas que sufren de dolor crónico. Coinciden casi todas ellas en indicar que el
cannabis era utilizado después de no encontrar alivio del dolor con la farmacoterapia
convencional o por haber experimentado efectos adversos inaceptables con los
mismos.
Los ensayos clínicos son el método a partir de los que se obtiene la mayor
evidencia científica sobre la eficacia de un medicamento. El hecho de que el cannabis
es una planta ha dificultado su utilización en este tipo de estudios. Como planta, puede
tener riquezas distintas de principios activos y además posee una gran variedad de
constituyentes químicos. Aunque las técnicas modernas de reproducción y cultivo
resuelven el problema del control de calidad en el uso del cannabis herbario como
medicamento, desde un punto de vista médico y científico se prefiere la utilización de
preparados farmacéuticos en lugar de la planta en bruto. Por ello se han creado
numerosas variaciones en la estructura molecular básica particularmente del THC,
dando lugar a diferentes compuestos que son utilizados en investigación. Los
resultados de los ensayos clínicos realizados hasta la fecha son difíciles de interpretar
en conjunto, debido a la variabilidad en los compuestos utilizados y metodología
empleada pero, los resultados de algunos estudios indican una eficacia analgésica
indudable. Una de las mayores limitaciones observadas en los ensayos clínicos con
cannabinoides son los efectos psicoactivos sin embargo, estos no parecen ser más
graves que los producidos por medicamentos utilizados con alta frecuencia en la
práctica medica.
Actualmente existen tres preparados farmacéuticos derivados del cannabis
comercializados en algunos países, Marinol® (THC sintético), Cesamet® (contiene
nabilona, un análogo sintético del THC) y Sativex. Los dos primeros presentan
considerables desventajas asociadas a su uso mientras que, para el Sativex existen
pruebas más favorables en la evaluación de su eficacia analgésica. El Sativex
consiste en un extracto natural que contiene más del 90% de cannabinoides
específicos (THC y CBD) y, el resto está formado por otros componentes de la planta.
Se administra por vía sublingual y la relativa rapidez de sus efectos permite que cada
paciente se autodosifique según necesidad y tolerancia. El Sativex está aprobado en
Canadá para el tratamiento coadyuvante del dolor neuropático y espasticidad en
pacientes con esclerosis múltiple y, actualmente es evaluado en un ensayo clínico de
uso compasivo en Cataluña en el cual se incluyen, entre otros, pacientes con dolor
neuropático.
Articulo publicado en la revista Biorritmes. Núm. 12. Octubre 2006
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FIBROMIALGIA Y USO TERAPÉUTICO DE CANNABIS
En los últimos años se ha detectado un creciente interés científico en los
posibles usos terapéuticos del cannabis así como un incremento de la utilización de la
planta de cannabis en forma de automedicación por parte de muchos pacientes en
todo el mundo. Entre ellos, algunos afectados de fibromialgia en su inagotable
búsqueda de un analgésico eficaz, refirieron que tras experimentar con cannabis
obtuvieron una mejoría del dolor, del descanso nocturno y del cuadro clínico general.
En el estado español la fibromialgia representa el 8% de las patologías para las que se
utiliza el cannabis con fines terapéuticos.
Sin embargo, la planta de cannabis es una sustancia ilegal y no está disponible
en el arsenal terapéutico, a excepción de algunos preparados farmacéuticos
aprobados en otros países y para otras indicaciones, o disponibles en ensayos clínicos
de uso compasivo.
Cannabis
El término cannabis proviene del nombre de la planta Cannabis sativa, cuyo
conocimiento por las propiedades terapéuticas, efectos psicoactivos y usos
industriales se remonta a más de 4000 años de historia. Se conoce también por el
nombre de sus derivados más frecuentes: el hachís y la marihuana. Hasta principios
del siglo XX existían al menos 30 preparados farmacéuticos con cannabis disponibles
en la farmacopea de muchos países. Sin embargo la popularidad inicial comenzó a
decaer cuando se empezaron a desarrollar los medicamentos modernos más
selectivos para las indicaciones en las cuales se aplicaba el cannabis. Y, por otra
parte, en 1937 se aplicó en Estados Unidos un impuesto a la marihuana (Marihuana
Tax Act) mediante el cual se imponen fuertes impedimentos para que se continúe
utilizando. Más tarde, coincidiendo con el apogeo de su uso recreativo en los años 60
y una enorme presión política y social, se introdujo el cannabis en el Convenio de
Sustancias Psicotrópicas, considerándola como una sustancia con gran potencial de
abuso y nulo interés terapéutico, pasando desde entonces a ser ilegal.
A pesar de las enormes dificultades resultantes de su prohibición, el avance en
la investigación renovó recientemente el interés en las aplicaciones terapéuticas del
cannabis. En la planta de cannabis, además de muchas sustancias químicas
diferentes, se encuentran al menos 66 cannabinoides que son únicos de la especie.
Uno de ellos, el 9-tetrahidrocannabinol (THC), es el principal responsable de sus
efectos farmacológicos. El resto de cannabinoides presentes en la planta, como el
cannabidiol (CBD), cannabinol y 8-tetrahidrocannabinol, podrían interaccionar e influir
en el efecto final del THC.
Marco un hito el descubrimiento de los receptores cannabinoides en la década
de los 90, señalando que el THC actúa en un lugar específico y que existen sustancias
en nuestro organismo llamadas ligandos endógenos que se unen a estos mismos
receptores. Esto implica además que deben tener una función en nuestro organismo.
Los receptores cannabinoides, CB1 y CB2, están ampliamente distribuidos en el
organismo y son como se ha dicho a los que se une el THC para ejercer sus efectos.
Los ligandos endógenos (anandamida [que en sánscrito significa felicidad] y otros) y
los receptores cannabinoides constituyen el llamado ?sistema endocannabinoide?. Este
sistema parecería estar implicado en numerosísimas funciones fisiológicas, como el
control del movimiento, funciones cognitivas, respuesta al estrés, regulación del dolor,
del sistema inmunológico y regulación neuroendocrina, entre otras. Desde entonces
numerosos grupos de investigación en todo el mundo se dedican al estudio de este
sistema endocannabinoide y a su implicación tanto en la etiopatogenia como
tratamiento de diversas enfermedades.
Cannabis y dolor
La relación entre el uso de cannabis y el alivio del dolor aparece entre las
primeras descripciones históricas del uso de cannabis con fines médicos. Así parece
que se utilizó con éxito en casos de problemas reumáticos, el tétanos, el dolor
(especialmente la migraña y los calambres menstruales), el asma y, como
hipnótico/sedante, entre otras aplicaciones.
El efecto analgésico de los cannabinoides se conoce desde los primeros
estudios de investigación básica en animales. Hay pruebas suficientes que permiten
afirmar que los cannabinoides disminuyen el dolor, tanto en modelos animales de dolor
agudo como de dolor crónico, neuropático e inflamatorio.
Los datos anecdóticos de pacientes, recogidos a través de encuestas en
diferentes países, revelan que el cannabis es utilizado por un elevado porcentaje de
personas que sufren de dolor crónico. Coinciden casi todas ellas en indicar que el
cannabis era utilizado después de no encontrar alivio del dolor con la farmacoterapia
convencional o por haber experimentado efectos adversos inaceptables con los
mismos.
Los ensayos clínicos son el método a partir de los que se obtiene la mayor
evidencia científica sobre la eficacia de un medicamento. El hecho de que el cannabis
es una planta ha dificultado su utilización en este tipo de estudios. Como planta, puede
tener riquezas distintas de principios activos y además posee una gran variedad de
constituyentes químicos. Aunque las técnicas modernas de reproducción y cultivo
resuelven el problema del control de calidad en el uso del cannabis herbario como
medicamento, desde un punto de vista médico y científico se prefiere la utilización de
preparados farmacéuticos en lugar de la planta en bruto. Por ello se han creado
numerosas variaciones en la estructura molecular básica particularmente del THC,
dando lugar a diferentes compuestos que son utilizados en investigación. Los
resultados de los ensayos clínicos realizados hasta la fecha son difíciles de interpretar
en conjunto, debido a la variabilidad en los compuestos utilizados y metodología
empleada pero, los resultados de algunos estudios indican una eficacia analgésica
indudable. Una de las mayores limitaciones observadas en los ensayos clínicos con
cannabinoides son los efectos psicoactivos sin embargo, estos no parecen ser más
graves que los producidos por medicamentos utilizados con alta frecuencia en la
práctica medica.
Actualmente existen tres preparados farmacéuticos derivados del cannabis
comercializados en algunos países, Marinol® (THC sintético), Cesamet® (contiene
nabilona, un análogo sintético del THC) y Sativex. Los dos primeros presentan
considerables desventajas asociadas a su uso mientras que, para el Sativex existen
pruebas más favorables en la evaluación de su eficacia analgésica. El Sativex
consiste en un extracto natural que contiene más del 90% de cannabinoides
específicos (THC y CBD) y, el resto está formado por otros componentes de la planta.
Se administra por vía sublingual y la relativa rapidez de sus efectos permite que cada
paciente se autodosifique según necesidad y tolerancia. El Sativex está aprobado en
Canadá para el tratamiento coadyuvante del dolor neuropático y espasticidad en
pacientes con esclerosis múltiple y, actualmente es evaluado en un ensayo clínico de
uso compasivo en Cataluña en el cual se incluyen, entre otros, pacientes con dolor
neuropático.
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