La marihuana o ?mariguana? (Cannabis sativa) es una planta increíblemente controvertida. A pesar de haber sido usada desde tiempos inmemoriales para múltiples fines como la elaboración de fibras textiles, consumida en alimentos, usada en telas para pinturas al óleo, pues de hecho la palabra canvas, que en inglés quiere decir lienzo, deriva de cannabis (oil on canvas) y, sobre todo, para fines terapéuticos resulta sorprendente cómo se ha satanizado. El cultivo es simple, y aunque se le ha llegado a denominar ?mala hierba?, por su gran facilidad de crecimiento, constituye la planta con más alto potencial para la generación de biomasa en el planeta, por lo que su uso industrial podría ser considerado importante en la producción de oxígeno. Estas propiedades se han desaprovechado, ya que su cultivo está prohibido en casi todos los países. Sabemos que se utiliza con fines recreativos como una droga. A pesar de que posee cualidades terapéuticas definitivamente no es inofensiva, como muchos quisieran pensar. Se han detectado alrededor de 400 compuestos químicos diferentes en la planta, la mayoría de ellos sumamente tóxicos al ser fumada. Sólo uno, el delta?9?tetrahydrocannabinol (THC), parece ser responsable de la mayoría de sus efectos medicinales. A pesar de que el THC y un grupo de compuestos derivados llamados canabinoides han podido ser aislados y purificados en laboratorios no se han determinado aún sus niveles de seguridad de modo que puedan ser administrados en seres humanos con un suficiente grado de confianza.
Pero las polémicas se inician cuando vemos que nunca ha habido una investigación ni estudio que haya señalado un daño cerebral, estupidez o locura causada específicamente por el uso de la marihuana o incluso su abuso. De ahí podemos claramente afirmar que las badulaques declaraciones del ex presidente Fox no se han generado por un exceso en consumo de estupefacientes (como muchos lo llegamos a pensar), sino porque ya nació así de tarado. Por otro lado, no se ha sabido de ?sobredosis? o muertes fatales por su empleo. Entonces se forman a nivel mundial dos frentes: Uno que busca urgentemente su legalización con fines totalmente distintos a los recreativos y otro que defiende con vehemencia, peligros que se relacionan con sus efectos sobre el sistema nervioso en los jóvenes, generando apatía, indisciplina, carencia de objetivos definidos y cambios en la conducta, estos últimos, no del todo estudiados a profundidad. Las discusiones seguirán; pero recientemente fue publicado un interesante artículo donde se propone que hay un beneficio de la marihuana, vinculado con una serie de efectos positivos en enfermos de diabetes.
Con el título The Impact of Marijuana Use on Glucose, Insuline, and Insulin Resistence among US Adults (Impacto en el uso de marihuana sobre glucosa, insulina y resistencia a la insulina entre adultos de los Estados Unidos), los autores explican que hay poca información científica que revele la relación existente entre cannabinoides y procesos metabólicos. Algunos estudios han informado de menores tasas en obesidad y diabetes mellitus en los consumidores de marihuana, comparándolos con personas que nunca la han usado. En esta investigación llevada a cabo en 4657 individuos, cuyos hábitos habían sido medidos en la Encuesta Nacional de Salud y Examen Nutricional 2005?2010, de Estados Unidos, se mostraron mejores niveles de control de diabetes en personas que consumen marihuana, en contraste con aquellos que nunca han tenido contacto con ella. Obviamente no se trata de iniciarse en la utilización cotidiana de cannabis para mejorar los perfiles de laboratorio en enfermos metabólicos. A final de cuentas es imprescindible que se establezcan dosis estandarizadas y con objetivos clínicamente definidos para poder valorar la capacidad terapéutica. Pero este trabajo es uno más de los elementos que sustentan la legalización de estas drogas, estableciendo una adecuada valoración de riesgos y beneficios que, a todas luces, inclinan la balanza hacia cosas socialmente mejores que la prohibición y la consecuente generación de delitos por narcotráfico, con sus correspondientes daños colaterales.
Pero las polémicas se inician cuando vemos que nunca ha habido una investigación ni estudio que haya señalado un daño cerebral, estupidez o locura causada específicamente por el uso de la marihuana o incluso su abuso. De ahí podemos claramente afirmar que las badulaques declaraciones del ex presidente Fox no se han generado por un exceso en consumo de estupefacientes (como muchos lo llegamos a pensar), sino porque ya nació así de tarado. Por otro lado, no se ha sabido de ?sobredosis? o muertes fatales por su empleo. Entonces se forman a nivel mundial dos frentes: Uno que busca urgentemente su legalización con fines totalmente distintos a los recreativos y otro que defiende con vehemencia, peligros que se relacionan con sus efectos sobre el sistema nervioso en los jóvenes, generando apatía, indisciplina, carencia de objetivos definidos y cambios en la conducta, estos últimos, no del todo estudiados a profundidad. Las discusiones seguirán; pero recientemente fue publicado un interesante artículo donde se propone que hay un beneficio de la marihuana, vinculado con una serie de efectos positivos en enfermos de diabetes.
Con el título The Impact of Marijuana Use on Glucose, Insuline, and Insulin Resistence among US Adults (Impacto en el uso de marihuana sobre glucosa, insulina y resistencia a la insulina entre adultos de los Estados Unidos), los autores explican que hay poca información científica que revele la relación existente entre cannabinoides y procesos metabólicos. Algunos estudios han informado de menores tasas en obesidad y diabetes mellitus en los consumidores de marihuana, comparándolos con personas que nunca la han usado. En esta investigación llevada a cabo en 4657 individuos, cuyos hábitos habían sido medidos en la Encuesta Nacional de Salud y Examen Nutricional 2005?2010, de Estados Unidos, se mostraron mejores niveles de control de diabetes en personas que consumen marihuana, en contraste con aquellos que nunca han tenido contacto con ella. Obviamente no se trata de iniciarse en la utilización cotidiana de cannabis para mejorar los perfiles de laboratorio en enfermos metabólicos. A final de cuentas es imprescindible que se establezcan dosis estandarizadas y con objetivos clínicamente definidos para poder valorar la capacidad terapéutica. Pero este trabajo es uno más de los elementos que sustentan la legalización de estas drogas, estableciendo una adecuada valoración de riesgos y beneficios que, a todas luces, inclinan la balanza hacia cosas socialmente mejores que la prohibición y la consecuente generación de delitos por narcotráfico, con sus correspondientes daños colaterales.