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¿Por qué atacan tanto los bichos?¿Y a quién?
Los que cultivamos en invierno, tanto en exterior como interior, solemos bajar la guardia contra los bicharracos cuando llega el verano. Y de repente caen en masa, los saltamontes, caracoles y babosas, trips y orugas se meriendan nuestras hojas, se cagan en nuestros cogoyos, hacen viviendas, las hormigas pastorean el terreno con su ganado chupón. Otros invertebrados, la mantis y la mariquita, por poner dos casos, atraídos por esa banda de insectos que osan echar mano de lo que el humano trabaja, llegan para comérselos, pero si no lo hacen a tiempo y en número suficiente, una buena planta da para mucho.
Recordemos que el último en probarla es el humano, si es que le dejan algo.
El caso es que junto a nuestras nenas de exterior vemos crecer otras especies de plantas que, sin cuidado alguno, sin mirar para ellas, sin regarlas, sin tocarlas, sin protegerlas de ninguna de las maneras, están perfectamente sanas. Los bicharracos pasan de ellas y no les hace falta producir resina.
Una de las reacciones que la planta de grifa utiliza para defenderse es incrementar la producción de tricomas, de manera que creándose una película de resina alrededor se proteja de picaduras y mierdujas. Esto a nosotros nos parece muy bien, aunque esta resina no impide que el mosquito se pose, y lo que es peor, se queda pegado, y lo que es mucho peor todavía, se entierra en el cogoyo según este va engordando y si las condiciones ambientales se dan, alta humedad, etc., se pudre y de paso nos pudre el cogoyo. Las cacas de las orugas también son capaces de echar a perder una planta.
Pero no es solo la producción de resina como se defienden. Otro importante detractor de parásitos de la marihuana, landrace en estado salvaje, es el preciso olor que desprenden sus terpenos, adaptados a la fauna presente. En cuanto la extraemos de ese entorno, en cuanto la cruzamos y por tanto añadimos nuevos terpenos a su descendencia, el efecto detractor del olor deja de funcionar, y posiblemente a causar el efecto contrario: atraer parásitos. Hay que considerar por eso que nuestras plantas tienen unas defensas muy, muy bajas, y de ahí que sea conveniente aplicarles regularmente preventivos. Preventivos es el único camino, si llegamos a tener que "sanarlas" es muy difícil que puedan ya desarrollar todo su potencial.
Por esa razón hay que olvidarse de los productos químicos para erradicar plagas y optar por una regularidad, siendo el aceite de Neem y el Bacillus Turghinensis dos de los productos que no deberían faltar en los cultivos bio y orgánicos.
En interior, sin embargo, el problema es distinto. Cuando un parásito consigue colarse en el armario, y esto es como decir cuando la brisa consigue soplar en la playa, lo primero que se encuentra es una selva virgen sin depredadores de ningún tipo, con una temperatura regular y alimento en abundancia. En esas condiciones hacen lo que cualquier ser vivo inteligente: comer y follar. Si no lo atendemos en sus primeras manifestaciones, y para ver estas hay que estar atento, nos podemos encontrar una mañana al darle un riego foliar con multitud de telitas de araña, picotazos en las hojas por doquier, y fijándonos bien, una colonia de araña roja crujiendo toda la planta,
Pero lo curioso es que, justo a su lado, otro ejemplar de distinta variedad sigue creciendo tranquilamente, sin aparente daño. A la hora de elegir nuestras madres, esa resistencia a los parásitos la hace muy deseable. Es quizá que su combinación de terpenos produzca un olor que las arañas rechacen, lo mismo que tú disfrutas un naranja y te amarga un pomelo, aunque se parezcan bastante.
Creo que las combinaciones de terpenos están poco estudiadas, o poco definidas. Si los breeders de antaño se hubiesen dedicado a seleccionar variedades por especialmente su resistencia en función a sus propias defensas y no a los líquidos antibichos, hoy tendríamos plantas mucho más resistentes, aunque de combinaciones terpénicas menos variadas.
Quizás si se estudiase bien ese aspecto se podría desarrollar un preventivo inocuo que bastase con rociar el exterior de armario sin llegar a tocar las plantas. ¿Quien tiene por ahí un laboratorio, una carrera laureada y mucho tiempo libre para trabajar gratis? Que le sobre, digo...
Como todo esto lo he pensao yo solo, mi teoría hará aguas, así que rebatan au plaisir.
Los que cultivamos en invierno, tanto en exterior como interior, solemos bajar la guardia contra los bicharracos cuando llega el verano. Y de repente caen en masa, los saltamontes, caracoles y babosas, trips y orugas se meriendan nuestras hojas, se cagan en nuestros cogoyos, hacen viviendas, las hormigas pastorean el terreno con su ganado chupón. Otros invertebrados, la mantis y la mariquita, por poner dos casos, atraídos por esa banda de insectos que osan echar mano de lo que el humano trabaja, llegan para comérselos, pero si no lo hacen a tiempo y en número suficiente, una buena planta da para mucho.
Recordemos que el último en probarla es el humano, si es que le dejan algo.
El caso es que junto a nuestras nenas de exterior vemos crecer otras especies de plantas que, sin cuidado alguno, sin mirar para ellas, sin regarlas, sin tocarlas, sin protegerlas de ninguna de las maneras, están perfectamente sanas. Los bicharracos pasan de ellas y no les hace falta producir resina.
Una de las reacciones que la planta de grifa utiliza para defenderse es incrementar la producción de tricomas, de manera que creándose una película de resina alrededor se proteja de picaduras y mierdujas. Esto a nosotros nos parece muy bien, aunque esta resina no impide que el mosquito se pose, y lo que es peor, se queda pegado, y lo que es mucho peor todavía, se entierra en el cogoyo según este va engordando y si las condiciones ambientales se dan, alta humedad, etc., se pudre y de paso nos pudre el cogoyo. Las cacas de las orugas también son capaces de echar a perder una planta.
Pero no es solo la producción de resina como se defienden. Otro importante detractor de parásitos de la marihuana, landrace en estado salvaje, es el preciso olor que desprenden sus terpenos, adaptados a la fauna presente. En cuanto la extraemos de ese entorno, en cuanto la cruzamos y por tanto añadimos nuevos terpenos a su descendencia, el efecto detractor del olor deja de funcionar, y posiblemente a causar el efecto contrario: atraer parásitos. Hay que considerar por eso que nuestras plantas tienen unas defensas muy, muy bajas, y de ahí que sea conveniente aplicarles regularmente preventivos. Preventivos es el único camino, si llegamos a tener que "sanarlas" es muy difícil que puedan ya desarrollar todo su potencial.
Por esa razón hay que olvidarse de los productos químicos para erradicar plagas y optar por una regularidad, siendo el aceite de Neem y el Bacillus Turghinensis dos de los productos que no deberían faltar en los cultivos bio y orgánicos.
En interior, sin embargo, el problema es distinto. Cuando un parásito consigue colarse en el armario, y esto es como decir cuando la brisa consigue soplar en la playa, lo primero que se encuentra es una selva virgen sin depredadores de ningún tipo, con una temperatura regular y alimento en abundancia. En esas condiciones hacen lo que cualquier ser vivo inteligente: comer y follar. Si no lo atendemos en sus primeras manifestaciones, y para ver estas hay que estar atento, nos podemos encontrar una mañana al darle un riego foliar con multitud de telitas de araña, picotazos en las hojas por doquier, y fijándonos bien, una colonia de araña roja crujiendo toda la planta,
Pero lo curioso es que, justo a su lado, otro ejemplar de distinta variedad sigue creciendo tranquilamente, sin aparente daño. A la hora de elegir nuestras madres, esa resistencia a los parásitos la hace muy deseable. Es quizá que su combinación de terpenos produzca un olor que las arañas rechacen, lo mismo que tú disfrutas un naranja y te amarga un pomelo, aunque se parezcan bastante.
Creo que las combinaciones de terpenos están poco estudiadas, o poco definidas. Si los breeders de antaño se hubiesen dedicado a seleccionar variedades por especialmente su resistencia en función a sus propias defensas y no a los líquidos antibichos, hoy tendríamos plantas mucho más resistentes, aunque de combinaciones terpénicas menos variadas.
Quizás si se estudiase bien ese aspecto se podría desarrollar un preventivo inocuo que bastase con rociar el exterior de armario sin llegar a tocar las plantas. ¿Quien tiene por ahí un laboratorio, una carrera laureada y mucho tiempo libre para trabajar gratis? Que le sobre, digo...
Como todo esto lo he pensao yo solo, mi teoría hará aguas, así que rebatan au plaisir.