Éste es mi aporte en este foro. Reconozco que puede parecer un tostón, pero bueno, con un porrillo en la mano, será más amena la lectura. La historia es la siguiente:
El día era seco y soleado, como manda el canon del cedazo. En algún lugar de la geografía peninsular, un cultivador se disponía a llevar a cabo un ritual normalmente asociado con nuestros vecinos del sur: la colecta de glándulas de resina de cannabis, el polvo dorado conocido como polen, que es la base de todo el costo que circula en la Comunidad Europea.
Pero este cultivador sabía una cosa: cuando recogía el polen de sus propios cogollos, lo prensaba en goma y se lo fumaba, no tenía nada que ver con lo que en la calle llamaban "polen", y aún menos con el infame "apaleado" de ficha. En pocas palabras, lo suyo le ponía; lo otro le dormía. Al principio prescindía completamente del hachís. Habiéndose acostumbrado a difrutar de su propia cosecha, prefería no fumar nada que volver al camello. "Yo fumo para sentirme bien, y lo que venden no me da más que jaquecas", nos dijo.
"Y además es caro". Supuso, no sin razón, que la baja calidad del costo marroquí se debía sobre todo a la adulteración, o al proceso mismo de la fabricación. "El caso es que no sabía como se hacía el costo, ni me preocupaba demasiado. De vez en cuando, alguián sacaba un polen de esos caros y la gente se pillaba un muermo; entonces me liaba yo un cogollo, y volábamos todos. Más de uno se ha planteando desde entonces", recordó con una sonrisa.
El misterio del costo se desveló el día que volvió un amigo "del moro" y le hizo una pequeña demostración de lo que había visto. Con un trozo de nylon y unos cogollos, sacó y prensó polen para un porrito. Se lo fumaron in situ, y el cultivador quedó estupefacto: "Era el mejor hachís que había probado, y venía de mis propios cogollos. Hasta mi amigo alucinaba; me decía que ni en Marruecos se había puesto igual".
Le impresionaron también la textura y el olor de su polen, maleable como plastelina y fragante como los mismos cogollos. Observó que era inútil calentar la china con el mechero, porque se derretía en burbujas, siendo mejor hacer un tubito fino entre los dedos para liar con tabaco a su alrededor. Tras esa primera experiencia con hachís de autocultivo, el cultivador decidió seguir investigando el tema.
Pero él siempre matiza: "No sentí que había redescubierto el hachís, sino que lo descubría por primera vez. Entendí que el problema del costo marroquí no tenía que ver con el proceso de fabricación, sino con la calidad de sus plantas y los cortes que usan para añadir peso. Porque mi propio plolen está muy rico".
EL BUEN CEDECERO
"De hecho- prosigue- una de las cosas que me chocó cuando empecé a hacer polen, fue precisamente el rendimiento de resina por cogollo, porque si te sale un gramo de primera por diez plantas, es un éxito. Siguiendo esta lógica, si el chocolate marroquí fuera bueno, en Marruecos tendrían que estar procesando decenas de miles de toneladas de cannabis cada ciclo, sólo para el mercado exterior." Mientras habla, el cultivador hecha un manojo de cogollos al cedazo y empieza a golpearlo suaavemente sobre la mesa. Pronto una fina capa de polvo dorado marca la circunferencia del cedazo en la superficie del cristal, aunque hará falta bastante más para conseguir una china de goma. "La realidad es que si picas plantas enteras en polvo antes de pasarlo por el cedazo, como hacen allí, tendrás un rendimiento mucho más alto, pero lo que sale estará tan lleno de polvo y materia vegetal que tendrás que añadirle un aglutinante y prensarlo con una máquina para convertirlo en algo remotamente paracido al costo.
Para eso podrían pasar el cedazo completamente. "El cedazo es la pieza fundamental del proceso. La manufactura del hachís de polen se basa en la separación y purificación de las glándulas por tamaño, para separar las glándulas maduras de todo lo demás. Estas glandulas son, en realidad, el único ingrediente del polen de primera. El cultivador trabaja con un sistema básico, de un solo cedazo, para procesar los cogollos. Tras consultar el libro ¡Hashish!, de Robert Clarke (una aunténtica Biblia del costo, aunque en inglés), decidió adquirir un cedazo de 150 micras, superficie para asegurarse de que pasarías las glándulas más grandes."
Esta tela, en este caso con aperturas de 150 milésimas de milímetro, se puede encontrar en tiendas especializadas o empresas de cedacería industrial, en metal o en nylon. Los precios se sitúan alrededor de unos 40? por metro cuadrado si va suelto, y tres veces más si se compra montado en un marco.
El cultivador recomienda conseguirlo ya montado si no se dispone de las herramientas para hacerlo uno mismo, porque la rigidez de la superficie del cedazo, es vital para conseguir un buen tamizado durante muchos ciclos.
En todo caso, la única manera de controlar el proceso es sabiendo exactamente el tamño del cedazo. Si es de 135 micras o más, las glándulas maduras caerán por los agujeros. Si es de 50 o menos, no cabrán, no caerán y no habrá separación.
Cogimos una pequeña muestra del polen que iba cayendo a la mesa para examinarlo con lupa iluiminada de 30 aumentos. La gran masa consisitía de glándulas maduras (bolitas translúcidas que destellan con la luz), aunque también se distinguían claramente prtículas más pequeñas como glándulas inmaduras (palitos sin cabeza) y materia vegetal (sobre todo pelitos, y algún trocito verde).
Estábamos mirando una primera verdad, con mucha glándula y poco planta, que prensado sin más supondría, una goma de calidad suprema. Pero con un cedazo sólo se consigue la separación. Con otro cedazo de abertura más pequeña se puede purificar este polen para dejar sólo glándulas maduras y nada más... la crème de la créme, vamos, el auténtico y mítico doble cero con un rendimiento entre el 2 y 3% de puro globo.
Por eso Robert Clarke llama al proceso de purificación "la diferencia entre un gran hachís y un excelente hachís". Pero antes de dar este paso de sibarita, examinaremos la cuestión de la materia prima, fundamental al proceso.
La transformación de marihuana a hachís obedece al simple precepto de que la calidad del producto es directamente proporcional a la calidad de la materia prima que se utiliza en su manufactura. El cultivador reserva parte de sus mejores cogollos para tamizar, aunque al final pasan por el cedazo todos los restos de su cosecha. "Una planta con mucha semilla no es agradable para fumar tal cual, pero si tiene resina, puede ser un costo interesante. De hecho, mientras veas que tienen glándulas, todos los restos sirven para hacer costo. Ahora, la gente piensa sacar costo de las hojas secas, le diría que se ahorren el esfuerzo".
Los cogollos para tamizar no precisan de ninguna preparación diferente a los demás, simplemente que estén bien secos y algo curados. Nunca se deben manipular los cogollos antes de la primera pasada, porque se mezclaría mucha materia vegetal con glándulas. El polen de primera, de hecho, se puede definir como el resultado de tamizar los cogollos enteros a golpe suave durante 15-20 minutos, causando el desprendimiento de las glándulas exteriores. Si después los cogollos son desmenuzados y vueltos a pasar por el cedazo, el resultado será un polen de segunda, más oscuro y algo menos puro, y así sucesivamente hasta agotar la resina. Por su parte, el cultivador prefiere guardar los cogollos buenos después de la primera pasada (él lo llama "quitarles la caspa") para fumárselos más adelante, puesto que la potencia no varía de forma apreciable cuando el cogollo se mantiene entero.
Como las glándulas de resina tienen tendencia a apelmazarse en condiciones de humedad y quedarse atascadas en el cedazo, lo suyo es un día seco y frío, para hacer hachís. Existe, sin embargo, un buen truco para aumentar el rendimiento que consiste en dejar los cogollos media hora en el congelador antes de tamizarlos. Con este paso, no perjudicial para los cogollos, se consigue no sólo bajar la humedad relativa a casi cero, sino facilitar que los palitos de las glándulas se quiebren al ser golpeados y caigan en mayor cantidad.
El día era seco y soleado, como manda el canon del cedazo. En algún lugar de la geografía peninsular, un cultivador se disponía a llevar a cabo un ritual normalmente asociado con nuestros vecinos del sur: la colecta de glándulas de resina de cannabis, el polvo dorado conocido como polen, que es la base de todo el costo que circula en la Comunidad Europea.
Pero este cultivador sabía una cosa: cuando recogía el polen de sus propios cogollos, lo prensaba en goma y se lo fumaba, no tenía nada que ver con lo que en la calle llamaban "polen", y aún menos con el infame "apaleado" de ficha. En pocas palabras, lo suyo le ponía; lo otro le dormía. Al principio prescindía completamente del hachís. Habiéndose acostumbrado a difrutar de su propia cosecha, prefería no fumar nada que volver al camello. "Yo fumo para sentirme bien, y lo que venden no me da más que jaquecas", nos dijo.
"Y además es caro". Supuso, no sin razón, que la baja calidad del costo marroquí se debía sobre todo a la adulteración, o al proceso mismo de la fabricación. "El caso es que no sabía como se hacía el costo, ni me preocupaba demasiado. De vez en cuando, alguián sacaba un polen de esos caros y la gente se pillaba un muermo; entonces me liaba yo un cogollo, y volábamos todos. Más de uno se ha planteando desde entonces", recordó con una sonrisa.
El misterio del costo se desveló el día que volvió un amigo "del moro" y le hizo una pequeña demostración de lo que había visto. Con un trozo de nylon y unos cogollos, sacó y prensó polen para un porrito. Se lo fumaron in situ, y el cultivador quedó estupefacto: "Era el mejor hachís que había probado, y venía de mis propios cogollos. Hasta mi amigo alucinaba; me decía que ni en Marruecos se había puesto igual".
Le impresionaron también la textura y el olor de su polen, maleable como plastelina y fragante como los mismos cogollos. Observó que era inútil calentar la china con el mechero, porque se derretía en burbujas, siendo mejor hacer un tubito fino entre los dedos para liar con tabaco a su alrededor. Tras esa primera experiencia con hachís de autocultivo, el cultivador decidió seguir investigando el tema.
Pero él siempre matiza: "No sentí que había redescubierto el hachís, sino que lo descubría por primera vez. Entendí que el problema del costo marroquí no tenía que ver con el proceso de fabricación, sino con la calidad de sus plantas y los cortes que usan para añadir peso. Porque mi propio plolen está muy rico".
EL BUEN CEDECERO
"De hecho- prosigue- una de las cosas que me chocó cuando empecé a hacer polen, fue precisamente el rendimiento de resina por cogollo, porque si te sale un gramo de primera por diez plantas, es un éxito. Siguiendo esta lógica, si el chocolate marroquí fuera bueno, en Marruecos tendrían que estar procesando decenas de miles de toneladas de cannabis cada ciclo, sólo para el mercado exterior." Mientras habla, el cultivador hecha un manojo de cogollos al cedazo y empieza a golpearlo suaavemente sobre la mesa. Pronto una fina capa de polvo dorado marca la circunferencia del cedazo en la superficie del cristal, aunque hará falta bastante más para conseguir una china de goma. "La realidad es que si picas plantas enteras en polvo antes de pasarlo por el cedazo, como hacen allí, tendrás un rendimiento mucho más alto, pero lo que sale estará tan lleno de polvo y materia vegetal que tendrás que añadirle un aglutinante y prensarlo con una máquina para convertirlo en algo remotamente paracido al costo.
Para eso podrían pasar el cedazo completamente. "El cedazo es la pieza fundamental del proceso. La manufactura del hachís de polen se basa en la separación y purificación de las glándulas por tamaño, para separar las glándulas maduras de todo lo demás. Estas glandulas son, en realidad, el único ingrediente del polen de primera. El cultivador trabaja con un sistema básico, de un solo cedazo, para procesar los cogollos. Tras consultar el libro ¡Hashish!, de Robert Clarke (una aunténtica Biblia del costo, aunque en inglés), decidió adquirir un cedazo de 150 micras, superficie para asegurarse de que pasarías las glándulas más grandes."
Esta tela, en este caso con aperturas de 150 milésimas de milímetro, se puede encontrar en tiendas especializadas o empresas de cedacería industrial, en metal o en nylon. Los precios se sitúan alrededor de unos 40? por metro cuadrado si va suelto, y tres veces más si se compra montado en un marco.
El cultivador recomienda conseguirlo ya montado si no se dispone de las herramientas para hacerlo uno mismo, porque la rigidez de la superficie del cedazo, es vital para conseguir un buen tamizado durante muchos ciclos.
En todo caso, la única manera de controlar el proceso es sabiendo exactamente el tamño del cedazo. Si es de 135 micras o más, las glándulas maduras caerán por los agujeros. Si es de 50 o menos, no cabrán, no caerán y no habrá separación.
Cogimos una pequeña muestra del polen que iba cayendo a la mesa para examinarlo con lupa iluiminada de 30 aumentos. La gran masa consisitía de glándulas maduras (bolitas translúcidas que destellan con la luz), aunque también se distinguían claramente prtículas más pequeñas como glándulas inmaduras (palitos sin cabeza) y materia vegetal (sobre todo pelitos, y algún trocito verde).
Estábamos mirando una primera verdad, con mucha glándula y poco planta, que prensado sin más supondría, una goma de calidad suprema. Pero con un cedazo sólo se consigue la separación. Con otro cedazo de abertura más pequeña se puede purificar este polen para dejar sólo glándulas maduras y nada más... la crème de la créme, vamos, el auténtico y mítico doble cero con un rendimiento entre el 2 y 3% de puro globo.
Por eso Robert Clarke llama al proceso de purificación "la diferencia entre un gran hachís y un excelente hachís". Pero antes de dar este paso de sibarita, examinaremos la cuestión de la materia prima, fundamental al proceso.
La transformación de marihuana a hachís obedece al simple precepto de que la calidad del producto es directamente proporcional a la calidad de la materia prima que se utiliza en su manufactura. El cultivador reserva parte de sus mejores cogollos para tamizar, aunque al final pasan por el cedazo todos los restos de su cosecha. "Una planta con mucha semilla no es agradable para fumar tal cual, pero si tiene resina, puede ser un costo interesante. De hecho, mientras veas que tienen glándulas, todos los restos sirven para hacer costo. Ahora, la gente piensa sacar costo de las hojas secas, le diría que se ahorren el esfuerzo".
Los cogollos para tamizar no precisan de ninguna preparación diferente a los demás, simplemente que estén bien secos y algo curados. Nunca se deben manipular los cogollos antes de la primera pasada, porque se mezclaría mucha materia vegetal con glándulas. El polen de primera, de hecho, se puede definir como el resultado de tamizar los cogollos enteros a golpe suave durante 15-20 minutos, causando el desprendimiento de las glándulas exteriores. Si después los cogollos son desmenuzados y vueltos a pasar por el cedazo, el resultado será un polen de segunda, más oscuro y algo menos puro, y así sucesivamente hasta agotar la resina. Por su parte, el cultivador prefiere guardar los cogollos buenos después de la primera pasada (él lo llama "quitarles la caspa") para fumárselos más adelante, puesto que la potencia no varía de forma apreciable cuando el cogollo se mantiene entero.
Como las glándulas de resina tienen tendencia a apelmazarse en condiciones de humedad y quedarse atascadas en el cedazo, lo suyo es un día seco y frío, para hacer hachís. Existe, sin embargo, un buen truco para aumentar el rendimiento que consiste en dejar los cogollos media hora en el congelador antes de tamizarlos. Con este paso, no perjudicial para los cogollos, se consigue no sólo bajar la humedad relativa a casi cero, sino facilitar que los palitos de las glándulas se quiebren al ser golpeados y caigan en mayor cantidad.
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