Hachis
En los fríos meses del invierno cuando la cosecha está bien seca, llega el momento tan esperado de fabricar nuestro hachís. Como alquimistas cannábicos, extraeremos la quintaesencia de nuestras plantas para formar un pedazo de resina oscura y aromática que hará las delicias de nuestro paladar.
El hachís es la resina de la planta del cannabis. Desde hace siglos, culturas más cannábicas que la nuestra se dedican cada año a extraer por medio de técnicas depuradas a lo largo de generaciones, las glándulas de resina que cubren las flores hembra de la marihuana. El hachís se inventó como una forma de almacenar y conservar el cannabis. Ocupa mucho menos espacio que la marihuana y concentra sus efectos. Las culturas que hacen hachís suelen encontrarse en zonas áridas con poca humedad ambiental donde resulta fácil secar bien las plantas para poder extraer la resina. Las plantas suelen tener mucha resina y, una vez secas, se pasan por un tamiz para separar la materia vegetal de la resina. Esta es la técnica más habitual para hacer hachís. En las zonas tropicales, más húmedas, no suele fabricarse hachís por dos razones. Por un lado, el buen clima permite que haya plantas en floración durante todo el año por lo que siempre hay un suministro constante de marihuana fresca. Por otra parte, el clima húmedo del trópico impide secar bien la hierba y extraer la resina.
En algunas zonas como Nepal, donde se cultivan variedades sativas poco apropiadas para hacer hachís tamizando la marihuana, hacen charas, que es un hachís extraído de las plantas vivas frotando los cogollos entre las manos. La resina que queda pegada a las manos se rasca y forma el hachís. En tiempos clásicos la resina para charas se recogía en ocasiones corriendo entre las plantas vestidos con trajes de cuero. La resina se pegaba al cuero de donde luego se extraía. El charás es un hachís muy cerebral y activo porque se forma con resina en maduración, muy baja en el cannabinoide CBN responsable del efecto narcótico del hachís extraído tamizando la maría.
Aparte de estos dos métodos clásicos de fabricación de hachís consistentes en tamizar el cannabis seco o frotar los cogollos frescos, hay otra técnica, desarrollada mucho más recientemente que extrae la resina por medio del agua. A principios de los años ochenta, un californiano llamado Sadu Sam desarrolló, a partir de una idea de Neville famoso criador de semillas de cannabis, una técnica para extraer la resina en un baño de agua. El sistema se basa en una peculiar propiedad de las glándulas de resina, no flotan en el agua. Si metemos marihuana troceada en agua, las glándulas de resina caen al fondo mientras que los restos vegetales como trocitos de hoja, tallos o estigmas quedan flotando en la superficie y se pueden retirar fácilmente. La técnica es bien sencilla y permite obtener resina de gran pureza. Algunos inventos como el Baba Bob Aqua-X-Tractor o el Ice-O-Lator están basados en este principio.
Hachís de cedazo
En función del material cannábico con el que cuentes deberías usar un sistema u otro. Si tienes cogollos bien resinados y quieres sacar un poco de hachís, lo mejor es usar el sistema del tamiz. Para ello puede hacerte con un Polm Maker que es como una coctelera con un tamiz en medio. Caben unos cuantos cogollos y puedes sacar resina para tres o cuatro porros cada vez. Es uno de los mejores sistemas para pequeñas cantidades.
Si tienes una bien surtida despensa, tal vez quieras un tamiz mayor. Pueden comprarse hechos o fabricárselo uno mismo con la malla adecuada. La malla adecuada es la de 135 a 150 m y si quieres purificar la resina después necesitarás otra de 50-60 m. Las mallas se pueden conseguir de nylon o de metal. Las de nylon son más baratas y aguantan bastante bien siempre que no se les dé un trato intensivo. Las metálicas son mucho más caras pero casi eternas.
Cuanto más seca esté la hierba más fácilmente se desprenderán las glándulas de resina. Es una buena idea sacar la hierba al sol un par de horas o colocarla cerca de un radiador antes de tamizarla. En Marruecos ponen la hierba en el cedazo y la cubren con un plástico. Después golpean el plástico con una par de palos para que la resina se vaya desprendiendo. Este es uno de los mejores sistemas en cuanto a producción y rapidez aunque la resina suele salir más contaminada por pequeños restos vegetales. Sin embargo, es la opción recomendada para la mayoría. Conforme vayamos golpeando más y más la hierba, cada vez saldrá menos resina y más materia vegetal. Si queremos producir dos o más calidades de hachís tendremos que separar la primera de la segunda y así sucesivamente.
Caspeando los cogollos
La técnica marroquí de hacer hachís es un tanto destructiva ya que los cogollos quedan reducidos a trocitos de poca utilidad para fumar. Sin embargo, si aplicamos esta técnica muy ligeramente obtendremos lo que se denomina el ?caspeado? de los cogollos. Es una técnica famosa por su utilización en los coffee shops holandeses donde casi siempre comprar cogollos perfectamente redondeados, muestra indudable de que les han quitado la caspa. Pero ¿qué es la caspa del cogollo? Pues las mejores y más grandes glándulas de resina que se desprenden al más leve golpeo del cogollo. Si coges los cogollos y los pasas muy ligeramente por el cedazo, apenas los estropearas y obtendrás una módica cantidad de glándulas inmejorables. Podrás seguir fumándote los cogollos y podrás catar hachís de producción propia.
Curación y envejecimiento
En todas las culturas donde se fabrica hachís tradicionalmente, la resina extraída se deja envejecer durante meses e, incluso, hasta uno o dos años, antes de prensarla para formar la pieza de hachís. De este modo, al envejecer la resina, la clorofila que pudiera quedar en la resina se degrada y mejora el sabor. Por otro lado, se evaporan los aromas más volátiles y ganan cuerpo los aromas de fondo. La mayoría de los cultivadores no extraemos más que unos pocos gramos de resina que prensamos y fumamos enseguida. Aunque esté hachís está también muy bueno, sabe y coloca más como marihuana que como hachís. Si haces hachís y no sabe como esperabas, mételo en un bote y fúmatelo dentro de un año, ya verás lo bien que te sabe.
No todos los cultivadores están dispuestos a destrozar sus cogollos para hacer un poco de hachís. Si tienes una cosecha justita y quieres que te dure, hacer hachís tal vez consuma demasiadas de tus reservas. En este caso puedes optar por aprovechar todos los desechos. Las hojas que cortaste al limpiar las plantas, los cogollitos más pequeñitos, aquella planta que no llego a madurar o cuyo sabor no te convence. Con todo esto, también se puede hacer hachís. Si el material tiene bastante resina se puede pasar por el tamiz. Si no, el mejor sistema es pasarla por agua.
Hachís al agua
La extracción con agua es fácil y barata. Consigue un vaso alto o una jarra y pon la hierba bien desmenuzada en el fondo. No llenes más de un cuarto de la jarra de hierba. Añade agua bien fría hasta llenar la jarra y agita o remueve insistentemente hasta que toda la hierba quede bien mojada. Deja reposar la jarra durante diez minutos y verás como las glándulas de resina van cayendo al fondo mientras que la materia verde flota.
Con cuidado de no agitar el fondo quita toda la materia vegetal que flota y apártala. Puedes repetir el proceso de nuevo con toda esta hierba para sacar lo que quede. Ahora tendrás una jarra con un poco de agua y la resina en el fondo. Coge un filtro de papel para cafetera y vierte el agua para que se filtre y quede la resina. La resina se debe secar perfectamente para evitar que se estropee y enmohezca. Dobla el filtro de café y prensa la resina. Puedes envolver el filtro en papel de cocina para que absorba el agua. Cuando ya no absorba más agua, saca la resina del filtro rascándola con una cuchara. Puedes dejarla al aire en un sitio seco y cálido hasta que se seque del todo o bien trabajarla y amasarla entre tus manos. De este modo también se secará pero tendrás que amasarla hasta que esté completamente seca
Hachihuana o Mariachís
Una producto que une las ventajas del hachís (fácil de almacenar y transportar) con las de la marihuana (se aprovecha todo el THC) es el prensado de cogollos. Para ello, se recomienda limpiar a conciencia la maría, eliminando todos los troncos, semillas y hojas no resinosas hasta dejar un montoncito de pequeños cogollos resinados. Después introduciremos los cogollos en una bolsita y dentro de un molde. Sirve bastante bien un botecito de carrete de fotos siempre que le hagamos previamente un agujero en el fondo para luego poder sacar la hierba prensada. Pues bien, metemos la bolsita con los cogollos en el molde y la prensamos. No es necesario ejercer una presión muy grande, se puede poner un peso y dejarlo unos días que se vaya prensando lentamente. La Hachihuana es fácil de llevar, huele muy bien y se conserva estupendamente ya que al estar prensada le da menos el aire.
En los fríos meses del invierno cuando la cosecha está bien seca, llega el momento tan esperado de fabricar nuestro hachís. Como alquimistas cannábicos, extraeremos la quintaesencia de nuestras plantas para formar un pedazo de resina oscura y aromática que hará las delicias de nuestro paladar.
El hachís es la resina de la planta del cannabis. Desde hace siglos, culturas más cannábicas que la nuestra se dedican cada año a extraer por medio de técnicas depuradas a lo largo de generaciones, las glándulas de resina que cubren las flores hembra de la marihuana. El hachís se inventó como una forma de almacenar y conservar el cannabis. Ocupa mucho menos espacio que la marihuana y concentra sus efectos. Las culturas que hacen hachís suelen encontrarse en zonas áridas con poca humedad ambiental donde resulta fácil secar bien las plantas para poder extraer la resina. Las plantas suelen tener mucha resina y, una vez secas, se pasan por un tamiz para separar la materia vegetal de la resina. Esta es la técnica más habitual para hacer hachís. En las zonas tropicales, más húmedas, no suele fabricarse hachís por dos razones. Por un lado, el buen clima permite que haya plantas en floración durante todo el año por lo que siempre hay un suministro constante de marihuana fresca. Por otra parte, el clima húmedo del trópico impide secar bien la hierba y extraer la resina.
En algunas zonas como Nepal, donde se cultivan variedades sativas poco apropiadas para hacer hachís tamizando la marihuana, hacen charas, que es un hachís extraído de las plantas vivas frotando los cogollos entre las manos. La resina que queda pegada a las manos se rasca y forma el hachís. En tiempos clásicos la resina para charas se recogía en ocasiones corriendo entre las plantas vestidos con trajes de cuero. La resina se pegaba al cuero de donde luego se extraía. El charás es un hachís muy cerebral y activo porque se forma con resina en maduración, muy baja en el cannabinoide CBN responsable del efecto narcótico del hachís extraído tamizando la maría.
Aparte de estos dos métodos clásicos de fabricación de hachís consistentes en tamizar el cannabis seco o frotar los cogollos frescos, hay otra técnica, desarrollada mucho más recientemente que extrae la resina por medio del agua. A principios de los años ochenta, un californiano llamado Sadu Sam desarrolló, a partir de una idea de Neville famoso criador de semillas de cannabis, una técnica para extraer la resina en un baño de agua. El sistema se basa en una peculiar propiedad de las glándulas de resina, no flotan en el agua. Si metemos marihuana troceada en agua, las glándulas de resina caen al fondo mientras que los restos vegetales como trocitos de hoja, tallos o estigmas quedan flotando en la superficie y se pueden retirar fácilmente. La técnica es bien sencilla y permite obtener resina de gran pureza. Algunos inventos como el Baba Bob Aqua-X-Tractor o el Ice-O-Lator están basados en este principio.
Hachís de cedazo
En función del material cannábico con el que cuentes deberías usar un sistema u otro. Si tienes cogollos bien resinados y quieres sacar un poco de hachís, lo mejor es usar el sistema del tamiz. Para ello puede hacerte con un Polm Maker que es como una coctelera con un tamiz en medio. Caben unos cuantos cogollos y puedes sacar resina para tres o cuatro porros cada vez. Es uno de los mejores sistemas para pequeñas cantidades.
Si tienes una bien surtida despensa, tal vez quieras un tamiz mayor. Pueden comprarse hechos o fabricárselo uno mismo con la malla adecuada. La malla adecuada es la de 135 a 150 m y si quieres purificar la resina después necesitarás otra de 50-60 m. Las mallas se pueden conseguir de nylon o de metal. Las de nylon son más baratas y aguantan bastante bien siempre que no se les dé un trato intensivo. Las metálicas son mucho más caras pero casi eternas.
Cuanto más seca esté la hierba más fácilmente se desprenderán las glándulas de resina. Es una buena idea sacar la hierba al sol un par de horas o colocarla cerca de un radiador antes de tamizarla. En Marruecos ponen la hierba en el cedazo y la cubren con un plástico. Después golpean el plástico con una par de palos para que la resina se vaya desprendiendo. Este es uno de los mejores sistemas en cuanto a producción y rapidez aunque la resina suele salir más contaminada por pequeños restos vegetales. Sin embargo, es la opción recomendada para la mayoría. Conforme vayamos golpeando más y más la hierba, cada vez saldrá menos resina y más materia vegetal. Si queremos producir dos o más calidades de hachís tendremos que separar la primera de la segunda y así sucesivamente.
Caspeando los cogollos
La técnica marroquí de hacer hachís es un tanto destructiva ya que los cogollos quedan reducidos a trocitos de poca utilidad para fumar. Sin embargo, si aplicamos esta técnica muy ligeramente obtendremos lo que se denomina el ?caspeado? de los cogollos. Es una técnica famosa por su utilización en los coffee shops holandeses donde casi siempre comprar cogollos perfectamente redondeados, muestra indudable de que les han quitado la caspa. Pero ¿qué es la caspa del cogollo? Pues las mejores y más grandes glándulas de resina que se desprenden al más leve golpeo del cogollo. Si coges los cogollos y los pasas muy ligeramente por el cedazo, apenas los estropearas y obtendrás una módica cantidad de glándulas inmejorables. Podrás seguir fumándote los cogollos y podrás catar hachís de producción propia.
Curación y envejecimiento
En todas las culturas donde se fabrica hachís tradicionalmente, la resina extraída se deja envejecer durante meses e, incluso, hasta uno o dos años, antes de prensarla para formar la pieza de hachís. De este modo, al envejecer la resina, la clorofila que pudiera quedar en la resina se degrada y mejora el sabor. Por otro lado, se evaporan los aromas más volátiles y ganan cuerpo los aromas de fondo. La mayoría de los cultivadores no extraemos más que unos pocos gramos de resina que prensamos y fumamos enseguida. Aunque esté hachís está también muy bueno, sabe y coloca más como marihuana que como hachís. Si haces hachís y no sabe como esperabas, mételo en un bote y fúmatelo dentro de un año, ya verás lo bien que te sabe.
No todos los cultivadores están dispuestos a destrozar sus cogollos para hacer un poco de hachís. Si tienes una cosecha justita y quieres que te dure, hacer hachís tal vez consuma demasiadas de tus reservas. En este caso puedes optar por aprovechar todos los desechos. Las hojas que cortaste al limpiar las plantas, los cogollitos más pequeñitos, aquella planta que no llego a madurar o cuyo sabor no te convence. Con todo esto, también se puede hacer hachís. Si el material tiene bastante resina se puede pasar por el tamiz. Si no, el mejor sistema es pasarla por agua.
Hachís al agua
La extracción con agua es fácil y barata. Consigue un vaso alto o una jarra y pon la hierba bien desmenuzada en el fondo. No llenes más de un cuarto de la jarra de hierba. Añade agua bien fría hasta llenar la jarra y agita o remueve insistentemente hasta que toda la hierba quede bien mojada. Deja reposar la jarra durante diez minutos y verás como las glándulas de resina van cayendo al fondo mientras que la materia verde flota.
Con cuidado de no agitar el fondo quita toda la materia vegetal que flota y apártala. Puedes repetir el proceso de nuevo con toda esta hierba para sacar lo que quede. Ahora tendrás una jarra con un poco de agua y la resina en el fondo. Coge un filtro de papel para cafetera y vierte el agua para que se filtre y quede la resina. La resina se debe secar perfectamente para evitar que se estropee y enmohezca. Dobla el filtro de café y prensa la resina. Puedes envolver el filtro en papel de cocina para que absorba el agua. Cuando ya no absorba más agua, saca la resina del filtro rascándola con una cuchara. Puedes dejarla al aire en un sitio seco y cálido hasta que se seque del todo o bien trabajarla y amasarla entre tus manos. De este modo también se secará pero tendrás que amasarla hasta que esté completamente seca
Hachihuana o Mariachís
Una producto que une las ventajas del hachís (fácil de almacenar y transportar) con las de la marihuana (se aprovecha todo el THC) es el prensado de cogollos. Para ello, se recomienda limpiar a conciencia la maría, eliminando todos los troncos, semillas y hojas no resinosas hasta dejar un montoncito de pequeños cogollos resinados. Después introduciremos los cogollos en una bolsita y dentro de un molde. Sirve bastante bien un botecito de carrete de fotos siempre que le hagamos previamente un agujero en el fondo para luego poder sacar la hierba prensada. Pues bien, metemos la bolsita con los cogollos en el molde y la prensamos. No es necesario ejercer una presión muy grande, se puede poner un peso y dejarlo unos días que se vaya prensando lentamente. La Hachihuana es fácil de llevar, huele muy bien y se conserva estupendamente ya que al estar prensada le da menos el aire.
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