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Una de las utilidades más curiosas y menos conocidas del cannabis es su capacidad para absorber contaminantes del suelo, una técnica conocida como fitorremediación. De hecho los científicos han comprobado que la marihuana limpia eficazmente la radiación nuclear de su entorno y ha sido utilizada con éxito en desastres como el de Chernobyl.
El cannabis es tan eficiente en absorber y almacenar sustancias y compuestos que está incluido en una categoría de plantas llamadas plantas hiperacumuladoras. Sin embargo, esta gran capacidad de absorción puede ser un problema para aquellos que cultivamos marihuana.
El cultivo en suelos dudosos, el uso de aguas no depuradas o la utilización de fertilizantes de baja calidad pueden provocar que sus plantas absorban y almacenen metales pesados tóxicos.
Al consumir los cogollos de una planta contaminada podríamos introducir en nuestro organismo arsénico, níquel, plomo, mercurio, hierro, cobre, zinc, e incluso cadmio. Estos metales se acumulan en diferentes partes del organismo humano, el cual tarda mucho en eliminarlos; y cuando se alcanzan determinados niveles de estos tóxicos se producen desequilibrios metabólicos que conllevan al envenenamiento.
Lo que convierte esta situación en algo preocupante es nuestro querido fósforo, elemento químico indispensable para el desarrollo y floración del cannabis, a menudo contiene radiación y metales pesados. Tanto es así, que los yacimientos de fósforo casi siempre contienen grandes cantidades de elementos tóxicos.
Los fabricantes de fertilizantes saben que muchas sustancias utilizadas en sus productos pueden contener metales pesados y otros contaminantes. Ahora les queda decidir si quieren invertir suficientes recursos en el proceso de fabricación y en utilizar versiones de grado farmacéutico de los nutrientes esenciales. En muchos casos no es así.
Gran número de cultivadores utilizan fertilizantes que dan un alto rendimiento y son económicos, sin tener en cuenta que con fertilizantes baratos jamás podrán conseguir marihuana de calidad farmacéutica.
La única manera de asegurarse de consumir hierba de buena calidad es realizando un análisis antes de probarla o, lo que creemos mejor, cultivándola usted mismo.
El cannabis es tan eficiente en absorber y almacenar sustancias y compuestos que está incluido en una categoría de plantas llamadas plantas hiperacumuladoras. Sin embargo, esta gran capacidad de absorción puede ser un problema para aquellos que cultivamos marihuana.
El cultivo en suelos dudosos, el uso de aguas no depuradas o la utilización de fertilizantes de baja calidad pueden provocar que sus plantas absorban y almacenen metales pesados tóxicos.
Al consumir los cogollos de una planta contaminada podríamos introducir en nuestro organismo arsénico, níquel, plomo, mercurio, hierro, cobre, zinc, e incluso cadmio. Estos metales se acumulan en diferentes partes del organismo humano, el cual tarda mucho en eliminarlos; y cuando se alcanzan determinados niveles de estos tóxicos se producen desequilibrios metabólicos que conllevan al envenenamiento.
Lo que convierte esta situación en algo preocupante es nuestro querido fósforo, elemento químico indispensable para el desarrollo y floración del cannabis, a menudo contiene radiación y metales pesados. Tanto es así, que los yacimientos de fósforo casi siempre contienen grandes cantidades de elementos tóxicos.
Los fabricantes de fertilizantes saben que muchas sustancias utilizadas en sus productos pueden contener metales pesados y otros contaminantes. Ahora les queda decidir si quieren invertir suficientes recursos en el proceso de fabricación y en utilizar versiones de grado farmacéutico de los nutrientes esenciales. En muchos casos no es así.
Gran número de cultivadores utilizan fertilizantes que dan un alto rendimiento y son económicos, sin tener en cuenta que con fertilizantes baratos jamás podrán conseguir marihuana de calidad farmacéutica.
La única manera de asegurarse de consumir hierba de buena calidad es realizando un análisis antes de probarla o, lo que creemos mejor, cultivándola usted mismo.