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En una decisión tan osada como valiente, el Senado uruguayo aprobó el martes la primera ley que autoriza en el mundo la producción y comercialización de marihuana. Ya había permitido el consumo de yerba en determinadas dosis y condiciones, y el 31 de julio la Cámara de Representantes dio su visto bueno al proyecto de ley. Votaron a favor 16 senadores, todos del Frente Amplio, al que pertenece el presidente José Mujica, y se opusieron 13. De los 3,3 millones de uruguayos, cerca de 150.000 han probado o fuman marihuana.
El Gobierno dispone de 120 días para dictar el decreto reglamentario, aunque ya algunos detalles del sistema aparecen en la ley. Solo podrán cultivar la yerba los mayores de 18 años, su ?jardín? no podrá pasar de seis plantas y la producción anual del cultivador ha de ser inferior al medio kilo. Hay varias dudas que absolver. Por ejemplo, cómo garantizar la calidad del cannabis, dónde comprar las semillas, de qué manera regular el mercado para que no surja un mercado negro, cómo reaccionar si este aparece y cuál será el papel que desempeñará el Estado en este mercado, que hasta ahora se ha regido por las normas de las mafias.
El presidente Mujica ha dejado claro que la legalización de la droga no busca su profusión, sino despojar el tráfico de las manos de los delincuentes para así golpear los esfuerzos que hacen los criminales por promover el consumo, expulsar del negocio a los violentos y corruptores y ayudar sin interferencias a los adictos. Pero, con franqueza encomiable, acepta que es un experimento sin precedentes y que es preciso ser realistas para corregir errores o, incluso, echar atrás la ley si dentro de unos años no ha producido resultados.
Algunos organismos criticaron la decisión uruguaya y señalaron que viola los tratados internacionales. Objetivamente, así es. Pero, ante el fracaso del sistema represivo, ya son varios los intentos por plantear un giro en la política antidrogas. Varias localidades de EE. UU. optaron este año por legalizar el consumo y son cada vez más los gobernantes que piden un acuerdo universal que marque otros caminos. Con la ley que aprobó su parlamento, Uruguay se convierte en pionero en esta materia. Justo es agradecerle su coraje.