¿Qué nos aporta?
La semilla del cáñamo es rica en proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas, minerales y enzimas. Tiene sabor a fruto seco, algo similar a la nuez, y con ella se pueden elaborar leche, yogur, aceite, mantequillas..., obteniendo las mismas propiedades en diferentes texturas.
El 30 % de la semilla es aceite, que contiene ácidos grasos esenciales que el cuerpo humano es incapaz de fabricar, así que deben obtenerse mediante la dieta en una proporción ideal. También contiene un 25 % de proteína de una alta digestibilidad. Proporciona minerales: magnesio, fósforo, potasio, azufre. Es una muy buena fuente de manganeso, que precisamente ayuda a metabolizar los ácidos grasos esenciales. Para ser una semilla, contiene además bastante cinc, calcio, hierro y vitamina A. Contiene mucha fibra dietética.
Veamos, una a una, cuáles son las ventajas de ingerir estos nutrientes.
Grasas sanas
Las grasas son moléculas complejas compuestas de ácidos grasos. Usamos las grasas como combustible, como componente de estructuras celulares o como fuente de sustancias esenciales. También proporcionan una capa de aislamiento bajo la piel. No todas las grasas son iguales: las hay saturadas, monosaturadas y poliinsaturadas, además de las grasas trans. La dieta occidental actual contiene un exceso de grasas, y lo peor es que se trata de grasas de la peor calidad: las grasas saturadas. Existe otra distinción respecto a la salud de las grasas: las grasas cocinadas saturan y obstruyen. Las grasas crudas, que comemos a partir de las semillas, frutos secos, aceites, aguacates..., no producen ese efecto. Es más, pueden ayudar incluso a perder peso y a reducir el colesterol.
Un aceite bien proporcionado
Más del 75 % de las grasas que contiene el cáñamo son poliinsaturadas. A partir de las grasas poliinsaturadas fabricamos sustancias que controlan numerosas funciones, y se dividen en dos familias: los omega-3 y los omega-6. Los dos deben adquirirse a través de los alimentos, y en una proporción adecuada. Los aceites suelen ser sus mejores fuentes, y el de cáñamo contiene tanto omega-3 como omega-6, y en la proporción ideal: 1:3.
Comparación con otros aceites
Proporciones de omega-3 y omega-6:
Aceite de cáñamo 1:3
Aceite de lino 1:4
Aceite de colza 2:1
Aceite de soja 8:1
A partir de los ácidos grasos esenciales linoleico (de la familia omega-6) y alfalinolénico (de la familia omega-3) producimos otros ácidos grasos esenciales (AGE), que activan múltiples funciones. Los AGE son grasas que el cuerpo humano necesita para construir membranas celulares, mantener la función celular, mantener el equilibrio hormonal, mantener el buen estado y nivel de hidratación de la piel y el pelo, y mantener una buena salud y bienestar general.
También parece que una toma adecuada y continuada de AGE puede no sólo prevenir, sino retrasar o aliviar ciertas dolencias como las derivadas del síndrome premenstrual. También se ha comprobado que la presencia de AGE ayuda a recuperarse antes de un esfuerzo muscular y a que luego no sintamos «agujetas». Por eso las barritas de cáñamo se están comercializando también como ayuda para los deportistas.
Las grasas del cáñamo son, por tanto, grasas buenas, que todos deberíamos incluir en la dieta, sin miedo a pasamos. Estas grasas reducen el colesterol y limpian las arterias, al contrario que las grasas saturadas o las trans, cuyo consumo debe evitarse porque conducen precisamente a las enfermedades coronarias. Las trans principalmente en las de origen animal (carnes rojas, embutidos...) y en la bollería industrial.
¿Qué pasa si nos faltan?
Se calcula, según la dieta occidental general, que actualmente la proporción de estos ácidos en nuestra alimentación es de 25:1. Efectos del desequilibrio entre ambos se acaban percibiendo en la salud.
La deficiencia de omega-6 puede provocar: caída de pelo, eccemas, degeneración del hígado, problemas de comportamiento, degeneración del riñón, sequedad de los conductos auditivos y de las glándulas salivares, infecciones frecuentes, mala cicatrización, esterilidad masculina, abortos no deseados, artritis, problemas circulatorios, crecimiento retardado, excesiva sudoración acompañada de sed,...
La deficiencia de omega-3 puede ocasionar: crecimiento retardado, debilidad general, pérdida de la visión, problemas de aprendizaje, descoordinación motora, sensación de hormigueo en las extremidades, problemas de comportamiento, triglicéridos altos, presión sanguínea elevada, inflamación de los tejidos, edema, piel seca, deterioro de las funciones mentales, metabolismo lento.
La semilla del cáñamo es rica en proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas, minerales y enzimas. Tiene sabor a fruto seco, algo similar a la nuez, y con ella se pueden elaborar leche, yogur, aceite, mantequillas..., obteniendo las mismas propiedades en diferentes texturas.
El 30 % de la semilla es aceite, que contiene ácidos grasos esenciales que el cuerpo humano es incapaz de fabricar, así que deben obtenerse mediante la dieta en una proporción ideal. También contiene un 25 % de proteína de una alta digestibilidad. Proporciona minerales: magnesio, fósforo, potasio, azufre. Es una muy buena fuente de manganeso, que precisamente ayuda a metabolizar los ácidos grasos esenciales. Para ser una semilla, contiene además bastante cinc, calcio, hierro y vitamina A. Contiene mucha fibra dietética.
Veamos, una a una, cuáles son las ventajas de ingerir estos nutrientes.
Grasas sanas
Las grasas son moléculas complejas compuestas de ácidos grasos. Usamos las grasas como combustible, como componente de estructuras celulares o como fuente de sustancias esenciales. También proporcionan una capa de aislamiento bajo la piel. No todas las grasas son iguales: las hay saturadas, monosaturadas y poliinsaturadas, además de las grasas trans. La dieta occidental actual contiene un exceso de grasas, y lo peor es que se trata de grasas de la peor calidad: las grasas saturadas. Existe otra distinción respecto a la salud de las grasas: las grasas cocinadas saturan y obstruyen. Las grasas crudas, que comemos a partir de las semillas, frutos secos, aceites, aguacates..., no producen ese efecto. Es más, pueden ayudar incluso a perder peso y a reducir el colesterol.
Un aceite bien proporcionado
Proporción de ácidos grasos esenciales del cáñamo:
Ácido linolénico (LNA, familia omega-3) = 20%
Ácido linoleíco (AL, familia omega-6) = 60% Proporción 1:3
Ácido linolénico (LNA, familia omega-3) = 20%
Ácido linoleíco (AL, familia omega-6) = 60% Proporción 1:3
Más del 75 % de las grasas que contiene el cáñamo son poliinsaturadas. A partir de las grasas poliinsaturadas fabricamos sustancias que controlan numerosas funciones, y se dividen en dos familias: los omega-3 y los omega-6. Los dos deben adquirirse a través de los alimentos, y en una proporción adecuada. Los aceites suelen ser sus mejores fuentes, y el de cáñamo contiene tanto omega-3 como omega-6, y en la proporción ideal: 1:3.
Comparación con otros aceites
Proporciones de omega-3 y omega-6:
Aceite de cáñamo 1:3
Aceite de lino 1:4
Aceite de colza 2:1
Aceite de soja 8:1
A partir de los ácidos grasos esenciales linoleico (de la familia omega-6) y alfalinolénico (de la familia omega-3) producimos otros ácidos grasos esenciales (AGE), que activan múltiples funciones. Los AGE son grasas que el cuerpo humano necesita para construir membranas celulares, mantener la función celular, mantener el equilibrio hormonal, mantener el buen estado y nivel de hidratación de la piel y el pelo, y mantener una buena salud y bienestar general.
También parece que una toma adecuada y continuada de AGE puede no sólo prevenir, sino retrasar o aliviar ciertas dolencias como las derivadas del síndrome premenstrual. También se ha comprobado que la presencia de AGE ayuda a recuperarse antes de un esfuerzo muscular y a que luego no sintamos «agujetas». Por eso las barritas de cáñamo se están comercializando también como ayuda para los deportistas.
Las grasas del cáñamo son, por tanto, grasas buenas, que todos deberíamos incluir en la dieta, sin miedo a pasamos. Estas grasas reducen el colesterol y limpian las arterias, al contrario que las grasas saturadas o las trans, cuyo consumo debe evitarse porque conducen precisamente a las enfermedades coronarias. Las trans principalmente en las de origen animal (carnes rojas, embutidos...) y en la bollería industrial.
¿Qué pasa si nos faltan?
Se calcula, según la dieta occidental general, que actualmente la proporción de estos ácidos en nuestra alimentación es de 25:1. Efectos del desequilibrio entre ambos se acaban percibiendo en la salud.
La deficiencia de omega-6 puede provocar: caída de pelo, eccemas, degeneración del hígado, problemas de comportamiento, degeneración del riñón, sequedad de los conductos auditivos y de las glándulas salivares, infecciones frecuentes, mala cicatrización, esterilidad masculina, abortos no deseados, artritis, problemas circulatorios, crecimiento retardado, excesiva sudoración acompañada de sed,...
La deficiencia de omega-3 puede ocasionar: crecimiento retardado, debilidad general, pérdida de la visión, problemas de aprendizaje, descoordinación motora, sensación de hormigueo en las extremidades, problemas de comportamiento, triglicéridos altos, presión sanguínea elevada, inflamación de los tejidos, edema, piel seca, deterioro de las funciones mentales, metabolismo lento.
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